miércoles, 22 de junio de 2011

Llamazares reclama al Gobierno que dé respuestas a los indignados "al menos tan ágiles como a los mercados y no se quede en ser sensible y escuchar"

Transcripción íntegra de la interpelación del portavoz parlamentario de IU al Gobierno y su réplica correspondiente, en la primera iniciativa monográfica sobre el movimiento 15-M planteada en la Cámara por una formación política.


Señorías, en mi papel de representante de los ciudadanos, y no en otro, traigo a esta Cámara las propuestas y las iniciativas de lo que se ha venido a denominar el movimiento del 15-M, el movimiento de los indignados. Señorías, no se trata de ningún tipo de instrumentalización, se trata de ejercer mi función de diputado trayendo a esta Cámara lo que existe en estos momentos en la sociedad española: un hondo malestar social y también una indignación cada vez más organizada, que cuestiona la salida de mercado de la crisis y el papel subordinado de la política y de las instituciones democráticas.


Se trata de eso y, además, al cabo de tres meses de un movimiento cada vez más masivo y más pacífico, no se trata solamente de ser sensibles, no se trata únicamente de escuchar, sino que se trata de dar respuestas ya, de dar respuestas al menos tan ágiles como las que hemos dado a los mercados cuando estos han golpeado a nuestra puerta. Ya que los ciudadanos que forman parte del movimiento 15-M también llaman a nuestra puerta, es el momento de abrirla y de dar respuestas.


Señorías, quiero recordarles uno de mis libros preferidos: La peste, de Camus. Una peste, una epidemia recorre Europa -podríamos decir parafraseando a los clásicos-, una epidemia que ha tenido como caldo de cultivo la especulación financiera provocando una de las crisis económicas más graves de nuestro tiempo y que ahora se configura como una peste de mercado, es un ‘golpe de mercado’ contra el Estado social europeo y contra la democracia política.


Si queremos mirar para otro lado, hagámoslo, pero no sería más que lo que el propio Camus dice en La peste, que se trataba de una humillación en la que los humillados consentían. Pues bien, señorías, el movimiento 15-M ha demostrado que los humillados no consienten, sencillamente se indignan, reaccionan y se organizan. Hemos visto movilizaciones importantísimas, pacíficas, masivas, como ha sido la última movilización del 19 de junio, donde se plantea claramente refutar el ‘golpe de mercado’, en este caso, a través de la nueva propuesta de la Unión Europea, el Pacto por el Euro Plus. Éste no es tanto un rescate como un chantaje al modelo social europeo y a las conquistas sociales de los trabajadores y de los ciudadanos a lo largo de muchas décadas.


Señorías, sigo con la comparación de La peste de Camus. En La peste no solamente había una enfermedad transmitida por las ratas, sino que la reacción ante la enfermedad fue muy distinta, fue una reacción frustrada hasta que, finalmente, hubo la clarividencia y organización suficiente para enfrentarla. Señoría, quiero recordarle que, en La peste, esos humillados que consentían, primero, miraron hacia otro lado; es decir, negaron la existencia de la enfermedad. Podríamos hacerlo, podríamos negar que hay una gravísima crisis que golpea en especial a los jóvenes de nuestro país y que les diseña una sociedad que no les tiene en cuenta y no les contempla para el futuro.


Creo que no lo vamos a hacer y espero que seamos capaces de dar respuesta a esa generación, una de las mejor formadas de nuestro país, que ve cómo tiene prácticamente vetado el acceso al empleo, el acceso a la vivienda y a la integración en nuestra sociedad. Pero también miraríamos para otro lado si no viéramos que las políticas que se están poniendo en marcha no solamente no nos acercan a la ciudadanía sino que nos alejan de ella. Las políticas que se han puesto en marcha enfrían la economía, alargan la crisis y socializan -hay que decirlo- no solamente las pérdidas sino el sufrimiento.


Miren, señorías, con todo el respeto que podemos tenernos entre los partidos, poco me importa el sufrimiento de los partidos ante la crisis; me importa mucho más el sufrimiento de los ciudadanos, y estamos, evidentemente, ante políticas que socializan el sufrimiento y que privatizan la democracia, y eso es lo que nos debe preocupar a las fuerzas políticas en nuestro país.


Una segunda reacción ante el movimiento de los indignados, ante la contestación y el malestar social, es la criminalización del malestar. También ocurrió en el caso de La peste de Camus: criminalizar el malestar, intentar estigmatizarlo para negarlo. Señorías, sería un grave error porque, además, nos han demostrado que, si en un momento existió ese riesgo, dicho riesgo ha sido conjurado masiva y pacíficamente a lo largo de los últimos días.


Pero el propio vicepresidente del Gobierno también nos ha alertado sobre el peligro de instrumentalizar la indignación. Señorías, no se trata de instrumentalizar; se trata de representar, de representar a la sociedad española y también a la sociedad española organizada. Y si se trata de decidir de qué lado está mi grupo parlamentario, no tenemos ninguna duda: estamos del lado de los ciudadanos indignados y no del lado de los mercados autocomplacientes; no estamos con ellos.


Por lo tanto, trasladamos a esta Cámara una obligación de representación de los ciudadanos que nos parece que, además, no es coyuntural. Señorías, nos equivocaríamos si pensásemos que esta cuestión tiene únicamente que ver con un momento de indignación, de malestar social y que esta tormenta pasará. No pasará; esta tormenta no pasará. Esta tormenta apela, de nuevo como en La peste de Camus, a la renovación de la democracia y apela también a una nueva moral, que en La peste era también la nueva moral de la solidaridad, la nueva moral de la respuesta justa a la situación de crisis. En ese sentido nosotros nos comprometemos con esa nueva política y con esa nueva moral.


Señorías, he dicho que han pasado ya unos meses y que no se trata únicamente de dar una respuesta de sensibilidad o de dar una respuesta de atención. Es necesaria una respuesta en estos momentos, cuando a las puertas del Congreso llaman los movilizados del 15-M y los indignados de este país, unas generaciones que están siendo discriminadas y olvidadas. Y se trata de responder mediante medidas concretas, mediante cambios políticos. A ellos está emplazado este Gobierno, aunque estemos en los estertores de esta legislatura.


Estamos emplazados y no podemos esperar. No debemos esperar por el bien de las instituciones democráticas, no debemos esperar por el bien de la sociedad civil. Porque, señorías, este movimiento, que podría asimilarse al papel del doctor Rieux en La peste, a ese papel solidario de organización frente a la crisis, demuestra que estamos al borde de una crisis aún más profunda. Es verdad que tenemos una muy grave crisis económica, de las más importantes de las últimas décadas. Pero, señorías, si no hacemos algo esta crisis económica se puede convertir en una fractura social, una fractura social que hemos visto en las calles de nuestro país. Una parte de la sociedad se siente muy lejos de las medidas sociales y democráticas del Estado social. Y eso es muy grave para un 43 por ciento de parados jóvenes, muy grave para trabajadores mayores que se sienten excluidos y, en general, muy grave para un gran colectivo social que se siente discriminado.


Esa fractura social hay que evitarla con una salida social de la crisis, no con una salida de mercado de la crisis al servicio de los organismos internacionales o del Fondo Monetario Internacional, que en un alarde de cinismo nos propone más ajuste y se lamenta de las consecuencias del ajuste. No, señorías, con una salida social de la crisis para la cual tenemos margen en Europa y tenemos margen también en nuestro propio país.


Pero también este movimiento nos interpela porque podemos estar muy cerca de una grave crisis política. Seguramente, para algunos partidos de esta Cámara crisis política es la crisis de confianza del final de esta legislatura. Para mí no es eso, para mí la crisis política es cuando las organizaciones y las instituciones democráticas no son capaces de canalizar el malestar y las reivindicaciones sociales. En ese momento se produce la desafección de los ciudadanos, el desentendimiento de los ciudadanos con la política, y en ese momento entran en crisis la legitimidad y la legitimación de la acción política. Por eso, señorías, también hay que conjurar el riesgo de la crisis política.


Por eso, señor ministro, señoras y señores diputados, lo que planteamos hoy aquí es qué medidas concretas vamos a adoptar para responder a una salida social de la crisis, a una salida justa, y qué medidas vamos a adoptar también para una necesaria regeneración democrática que reconcilie a la política con la sociedad. Muchas gracias.



RÉPLICA DE LLAMAZARES AL MINISTRO DE LA PRESIDENCIA


Gracias, señor presidente. Señor vicepresidente del Gobierno… Señor ministro de la Presidencia, perdón. Le había elevado de grado. Da igual, lo importante no es el nivel del cargo. Señor ministro de la Presidencia, en la respuesta inicialmente respeta, comprende y se siente interpelado, pero, en términos de ajedrez, me ha hecho una defensa cerrada, casi perfecta, porque al mismo tiempo de sentirse interpelado ha desviado prácticamente todos los balones que le he planteado en mi interpelación.


Vamos a ir por partes. No comparto con usted el diagnóstico de la situación y, por tanto, no comparto su firmeza en las medidas. Yo no comparto que la situación económica que vivimos sea únicamente consecuencia de la especulación financiera. La especulación financiera se produce -además está perfectamente estudiado desde los años Veinte- en los momentos de mayor injusticia y de mayor disparidad de rentas, es decir, de mayor desigualdad. Es la desigualdad la que está en el trasfondo de la especulación financiera y también en el trasfondo de la crisis.


Por tanto, las medidas contra la crisis no pueden ser para aumentar la desigualdad, que es lo que se está haciendo en estos momentos en nuestro país. Las medidas contra la crisis, avaladas por el Fondo Monetario Internacional, por la Unión Europea, son básicamente recuperar la tasa de ganancia fundamentalmente debilitando a los trabajadores en la negociación colectiva, debilitando el Estado social, cortando alguna de las medidas, sobre todo de iniciativa pública, que podrían contribuir a recuperar la situación económica y a salir de la crisis.


Por tanto, mantener la fijeza y la obsesión por esas medidas de ajuste, en mi opinión, en opinión de mi grupo, lo que hace es alejarnos de las reivindicaciones del 15-M. Nos aleja de las reivindicaciones del 15-M porque endurece la situación para los jóvenes, para los trabajadores mayores, endurece la situación de la crisis económica y su dramatismo social; y, por otro lado, porque de alguna manera debilita nuestro modelo social construido a lo largo de mucho tiempo.


Por tanto, señoría, no estoy de acuerdo con el diagnóstico, pero creo que nadie prácticamente estará tampoco de acuerdo en la Unión Europea con que en estos momentos vivamos buenos tiempos para la política europea. Yo creo que estamos viviendo los tiempos en que la política europea es básicamente un mercado con una muy deficiente dirección política, un mercado, además, donde las medidas de ajuste abundan. Abundan las medidas contra los europeos y contra las europeas, las medidas anticiudadanas y, sin embargo, faltan medidas para aquellos que provocaron esta crisis. Usted habla de alguna de ellas -paraísos fiscales, tasa Tobin-, pero la mayor parte de los controles financieros internacionales se dilatan en el tiempo, se diluyen cuando se toman esas medidas y, sin embargo, los ajustes son durísimos, inmediatos y con un gran sufrimiento social.


Señor ministro, no comparto en absoluto su planteamiento. Y no comparto un planteamiento de fondo -y con ello quiero terminar-, el que contrapone democracia política a movilización ciudadana. Nadie ha dudado aquí del resultado de las elecciones, nadie ha deslegitimado ese resultado, aunque nosotros tendríamos razones para hacerlo porque somos claramente el foco de la discriminación electoral. Nadie contrapone resultado democrático a reivindicaciones del 15-M. Pero de la misma manera que somos muy sensibles en esta Cámara a las presiones de los mercados, lo que yo le pido es la misma sensibilidad a las presiones de los movimientos sociales y de este movimiento social en concreto, incorporando no solamente sensibilidad sino medidas concretas, algo sobre lo que usted, señor ministro, no ha dicho prácticamente nada.


Medidas concretas significa, en nuestra opinión, reconsiderar el Pacto del Euro; hay que reconsiderarlo porque solamente le pide esfuerzos a una parte; medidas concretas significa una Unión Europea con un tesoro europeo; medidas concretas significa la dación en pago en relación con el tema hipotecario, y medidas concretas significa también reformas electorales y reformas de partidos.


Termino. Creo que evidentemente estamos interpelados en las políticas económicas y sociales para una salida justa de la crisis y estamos interpelados también en términos democráticos para cambios democráticos en nuestro país. Es la respuesta de La peste de Camus -¿se acuerda?-, cerrar las puertas para que las ratas se hagan con la ciudad. No dejemos que las ratas, en este caso los especuladores, se hagan con nuestra ciudad.

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