Señora presidenta, señorías, señor presidente del Gobierno; como las brujas, el ‘síndrome de La Moncloa’ existe, no me cabe ninguna duda. Si hace un año usted dio un giro a la derecha y prácticamente dejó en el camino su programa electoral, hoy, al final de la legislatura y en un debate que no es un debate menor, que se da en un contexto de crisis económica y de crisis política, podríamos decir en términos de ‘Moby Dick’: usted, como el capitán Acab, se ata al timón y va directamente a la caza de la ballena blanca; en este caso va a la caza de la confianza de los mercados.
En nuestra opinión, señor presidente del Gobierno, usted es un presidente democrático, ha sido elegido y lo ha sido para un programa progresista, para un programa de izquierdas. Usted no responde ni ante los mercados ni ante la historia; usted responde ante los ciudadanos. Pero da la impresión de que la ciudadanía no le impresiona. Porque este debate, señorías, se produce, en primer lugar, después de una durísima sanción electoral, de una durísima sanción electoral, y da la impresión de que este debate no ha venido precedido de un desplome electoral de su partido; da esa impresión.
Además, este debate se produce también en el contexto de una movilización social que no es una movilización coyuntural -no lo crea, señor presidente-, una movilización social que se interroga sobre el papel de la política precisamente ante el golpe de los mercados. Unos ciudadanos que no pretenden arrumbar la democracia representativa, sino que pretenden que la democracia represente realmente a esos ciudadanos. Y a mí no me hablen de democracia representativa, señorías, cuando la tercera fuerza política de este país se ve obligada a intervenir en sexto lugar en este debate y está prácticamente marginada del debate político parlamentario, no me hablen de representatividad; pero sí quiero decirles, señorías, que los ciudadanos en estos momentos están muy preocupados por la salud democrática del país.
Yo diría que los ciudadanos están muy preocupados por la salud democrática europea, porque el golpe de los mercados pone en peligro no solamente la construcción de la Unión Europea, que es ya solamente el eco del origen, sino que pone en peligro también las democracias representativas en el conjunto de la Unión Europea. Porque ¿qué papel nos queda a los políticos? ¿Qué papel le queda a esta Cámara, cuando, por ejemplo, a lo largo del periodo de crisis hemos tenido cuarenta decretos, señorías, cuarenta decretos por trámites de urgencia para abordar la crisis económica? ¿Qué nos queda del debate parlamentario?
Señorías, lo que critican los que se movilizan en torno al 15-M o a ‘Democracia Real Ya’ es la complicidad de la política no con los ciudadanos, sino la complicidad de la política con los privilegiados; lo que critican es una deriva política que va de la democracia representativa a la democracia corporativa y se interrogan si va a llegar a ser en vez de democracia corporativa aún peor, si va a ser representación únicamente del poder económico o plutocracia. Los ciudadanos también se interrogan en nuestro propio país sobre la dinámica del bipartidismo, esa dinámica del bipartidismo que impide los matices, esa dinámica del bipartidismo que agota la pluralidad y esa dinámica del bipartidismo que hace entrar en crisis las instituciones del Estado: el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo.
Eso es lo que critican los ciudadanos en la calle, y deberíamos reaccionar ante ello no de forma corporativa, no defendiendo los principios democráticos que todos compartimos, sino viendo los defectos de nuestro funcionamiento democrático; viendo la necesidad, por una parte, de una política económica de los ciudadanos y no de los mercados; viendo también la necesidad de un cambio en nuestra democracia, en la democracia representativa, para que logre representar mejor a los ciudadanos.
Y me ha llamado mucho la atención, señor presidente del Gobierno, que a lo largo de este debate hasta ahora no hayamos hablado de corrupción. ¿Pero es que no ha pasado nada en este país? ¿Es que en este país no hay una inquietud social generalizada por la degradación de la política y por la corrupción? Podemos decir que la gran mayoría de los políticos somos honestos y esforzados, pero eso, señorías, no da respuesta al problema. La respuesta al problema no es cerrar filas; la respuesta al problema es adoptar medidas y a los ciudadanos les da la impresión de que, salvo enfrentarnos entre nosotros, en relación con la corrupción no hemos tomado de verdad medidas para enfrentarnos a esa lacra de nuestro sistema democrático representativo.
Señor presidente del Gobierno, le he dicho que usted se ata al timón a la búsqueda de la ballena blanca y con el peligro de que naufraguemos con usted. Porque, señor presidente del Gobierno, da la impresión de que el resultado de estas elecciones no le dice nada. A mí me dice algo, a nosotros nos dice que el giro a la derecha que dio usted hace un año, que la política de mercado y lo que usted llama ajustes y reformas están provocando una honda desafección de su electorado, y más allá de ello, está provocando la frustración de los electores de izquierdas de este país.
La derecha se moviliza pero los electores de izquierdas consideran que han sido traicionados y que esta política no les representa, señor presidente, y creo que es importante que usted haga algún tipo de valoración sobre esa sanción electoral y sobre la movilización ciudadana que en estos momentos reclama un cambio de política y un cambio en nuestro sistema democrático. Porque usted, señor presidente del Gobierno, ha dicho que va a continuar con las reformas.
Mire, si usted continúa con las reformas, después del resultado al cabo de más de un año, la previsión es muy fácil: en primer lugar, continuará el estancamiento económico, es decir, este tipo de ajustes alargan y profundizan la gravedad de la crisis; en segundo lugar, esta crisis se repartirá asimétricamente, es decir, provocará problemas sociales en los sectores más débiles y más frágiles de este país.
Y no me hable de renta per cápita, señor presidente. Usted sabe que ese dato tiene trampa. Que nuestra renta per cápita no haya bajado en relación con la renta per cápita europea no quiere decir que nuestra situación social no se haya deteriorado; se ha deteriorado no solamente como consecuencia del empleo sino también como consecuencia de una diferencia de rentas que en nuestro país es de las más altas de la Unión Europea. Por lo tanto, señor presidente, no me diga que va a continuar con la misma política, porque me anuncia crisis, me anuncia estancamiento, me anuncia desigualdad y para ello no me valen sus pronunciamientos en favor del Estado del bienestar. Mire, con una reforma de las pensiones como la que ha hecho, con la congelación de las pensiones, con medidas de recorte y de ajuste y con la privatización de las cajas de ahorro, por favor, no me hable de Estado del bienestar.
Sin embargo, señor presidente del Gobierno, en todo esto hay una buena noticia. La buena noticia en términos de Camus es que los humillados no aceptan la humillación, que los ciudadanos se rebelan, que los ciudadanos se movilizan y aparecen en el escenario político. Yo creo que para ello no basta con decir que lo respetamos, porque decir que usted lo respeta y al mismo tiempo que se reafirma en su política son únicamente buenas palabras sin cambios. Lo que exigen los ciudadanos son cambios, y usted parece decidido a no hacerlos.
Señor presidente del Gobierno –termino-, usted tiene ante esta Cámara una salida que le propone el Partido Popular, la salida de adelantar elecciones para que el Partido Popular haga la misma o peor política de mercado. Pero tiene otras alternativas, la alternativa de someterse a la cuestión de confianza de esta Cámara. Seguramente no lo va a hacer, por tanto, terminaré llamando al disentimiento, llamando a la crítica e incluso llamando a la censura de los parlamentarios de esta Cámara, en defensa de una salida social de la crisis, en defensa de un programa de izquierdas y en defensa de la revitalización de la democracia. Muchas gracias.
RÉPLICA A LA INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
Se ha referido a un principio que es el principio de realidad y me ha parecido un poco frívola esta intervención, porque, ¿qué quiere decir? ¿Que nosotros solamente tenemos el principio del deseo, los que estamos en esta Cámara, los que formamos parte de las fuerzas políticas de la oposición, y el que todo lo sabe finalmente sabe de lo que habla, del principio de realidad? Yo creo que no es así. Tenemos discrepancias políticas legítimas y no hay más.
En segundo lugar, dice usted que mantiene sus principios. Esa es una cuestión personal en la que no pienso entrar, pero esa no es la cuestión. Lo importante hoy aquí es su programa, señor presidente del Gobierno, y si usted en la gestión política del día a día o ante una situación crítica, como es la crisis económica, tiene que tomar medidas contrarias a su programa electoral, tiene que someter esa decisión a los electores; usted no puede tomar la decisión de vulnerar el programa electoral sobre la marcha, y de considerar que la política ha cambiado porque han cambiado las circunstancias. No puede decir durante una parte de la legislatura que la cuestión no es el aplazamiento de la edad de jubilación, y como por arte de ensalmo y en torno a la crisis de mayo considerar que los 67 años son un sacrificio que hay que presentar a los mercados. Eso es de saneamiento democrático y de política democrática. Cuando tu gestión es contradictoria con tu programa, o bien presentas tu dimisión y sometes esa cuestión a los ciudadanos o en realidad estás traicionando tus compromisos electorales, y estás degradando la política y la democracia, que es en estos momentos lo que critican los ciudadanos.
En tercer lugar, el tema del déficit; señor presidente del Gobierno, no frivolice. Usted reformó los impuestos de este país y detrajo de las arcas públicas 30.000 millones de euros, el doble de lo que ha recortado prácticamente en los últimos tiempos. Lo dijo usted públicamente a través de dos reformas, del IRPF, del impuesto de plusvalías, del impuesto sobre sociedades, y además tiene usted un importante remanente en la lucha contra el fraude, que sigue siendo en nuestro país de 80.000 millones y tan solo logramos conseguir unos 8.000 millones.
Termino. Señor presidente del Gobierno, no me dé palmadas en relación con la cuestión electoral. Ha tenido usted siete años para reformar algo y lo que han hecho es ponerse de acuerdo el Partido Socialista y el Partido Popular con los nacionalistas para vetar cualquier tipo de reforma electoral. Finalizo con una despedida. Le deseo lo mejor desde el punto de vista personal, desde el punto de vista familiar, y desde el punto de vista político, porque creo que no se jubilará.
Madrid, 28 de junio 2011
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