Transcripción íntegra de la intervención inicial y réplica a la ministra Chacón en la Comisión de Defensa del portavoz parlamentario de IU.
En primer lugar, como es tradicional, quiero agradecer la comparecencia de la señora ministra y anunciarle -y creo que no es ninguna sorpresa- que Izquierda Unida no amparará esta prórroga de la presencia militar española en Libia. No la ampararemos porque no tiene amparo, señora ministra. A diferencia de la autorización o ratificación anterior, usted está proponiendo a este Congreso que vayamos más allá de la resolución de Naciones Unidas y ya hemos ido más allá de la resolución de Naciones Unidas.
La resolución de Naciones Unidas era muy ambigua, pero era una resolución que planteaba labores de exclusión aérea y una finalidad difusa, como es la protección humanitaria. Pero las cosas no son así, señora ministra. Usted viene aquí a decirnos que de las 4.000 salidas de los aviones, 45 son españolas y ninguna ha tenido que ser con bombardeo en tierra. Pero no ha reconocido usted lo fundamental. Usted forma parte de una coalición y, de las 4.000 salidas, 2.000 de ellas han bombardeado un país. Es decir, han utilizado un martillo para una operación quirúrgica.
El otro día Obama decía que no se podía utilizar un machete; pues mucho menos un martillo para una operación quirúrgica. Usted no ha explicado aquí las intervenciones que se han producido más allá de la resolución de Naciones Unidas -yo diría al margen de la resolución de Naciones Unidas-, porque exclusión aérea no es incursión aérea; exclusión aérea no es bombardeo; y exclusión aérea no es bombardeo de población civil, como han denunciado organismos internacionales y el propio Vaticano en varias ocasiones. Además, no pueden garantizarlo, señoría; no pueden garantizar que los bombardeos -que además pretenden ser inteligentes y no lo son mucho- no afecten a la población civil en esa guerra que usted ha denominado asimétrica, porque es todo un poco extraño y lleno de eufemismos.
Por razones que expliqué en mi primera intervención con respecto a la ratificación de la presencia española en Libia, en cuanto a la intervención de exclusión aérea, y también por razones de lo que ha sido el balance de mi grupo de este mes, no vamos a darle amparo, señora ministra. Y, además, creemos que usted no tiene amparo; no tiene amparo de Naciones Unidas, a diferencia de hace un mes. Usted no puede tener el amparo de esta Cámara para una serie de intervenciones que son -como se ha dicho aquí- una parte de la denominada guerra, que normalmente no se declara -hace mucho que ya no se declaran guerras-; tampoco se nombra y, últimamente, tiene el apellido de humanitaria, pero de humanitaria no tiene nada; tiene muy poco de humanitaria cualquier guerra, y ésta en concreto.
Señora ministra, hay cínicos que dicen que la guerra es la política por otros medios; yo creo que la guerra es el fracaso de la política. Esta guerra de Libia, en concreto, no es solamente el fracaso de la política; es el fracaso también de la opción de la guerra. Y usted viene aquí al cabo de un mes, porque usted fue quien pidió un mes -no lo pedí yo, fue usted quien lo pidió- y tres meses para el bloque naval. ¿Por qué pidió un mes para la exclusión aérea? Porque pensaba que con una labor de martillo, que no de operación quirúrgica sino de martillo, de bombardeos masivos, iban a lograr solucionar el conflicto, iban a lograr alterar el equilibrio y como consecuencia solucionar el conflicto, eso sí, de parte.
Bueno, lo que nos trae usted aquí es el fracaso de esa estrategia de guerra. Esa estrategia de guerra ha fracasado: llevan ustedes un mes, han ido más allá de la resolución de Naciones Unidas y se han extralimitado. Y a pesar de haberse extralimitado, ¿cuál es la situación en el terreno? Habla usted de guerra asimétrica, pero en el terreno nos encontramos avances y retrocesos, un empate, no diría técnico sino trágico, en el terreno y algunas posibilidades que son muy negras para nosotros; son muy negras para los libios pero para nosotros también son muy negras.
Para nosotros, un Estado fracasado en el norte de África es un desastre político, señora ministra; una división del país en el norte de África es un desastre político y un Estado protectorado de las potencias europeas en el norte de África es un doble desastre político. Y eso es lo que ustedes nos traen aquí, señora ministra. Nos traen aquí con la voluntad de nuevo de prorrogar una extralimitación de la resolución de Naciones Unidas y con un hecho que, además, no tiene precedente en esta Cámara y es que nos piden una autorización preventiva; es decir, si se ponen de acuerdo sobre las medidas de evacuación en tierra, les vamos a dar a ustedes la autorización. Pero cuando ustedes han recibido la autorización de exclusión aérea, lo que han hecho es bombardear masivamente. Si ahora les damos también la autorización de intervención de evacuación en tierra, mucho me temo que ese término de evacuación tenga también una polisemia tenebrosa. Por tanto, no puedo darle esa autorización, Izquierda Unida no puede darle esa autorización.
Con relación a la petición hace un mes, como usted sabe, nosotros no estábamos de acuerdo porque esta guerra, que no es una intervención, que es una guerra de parte, no es humanitaria. Usted utiliza cifras que no tienen ningún respaldo internacional. Nadie está dando en estos momentos ni cifras de lo que se pudo haber prevenido, ni cifras de cuáles son los efectos de nuestros bombardeos; usted no las ha dado aquí y debería darlas, de nuestros llamados ‘efectos colaterales’.
En segundo lugar, rechazamos esta intervención porque en nuestra opinión la democracia no se impone, y mucho menos mediante la guerra. No ayudamos a los demócratas del norte de África con esta guerra, sino que introducimos distorsiones en el norte de África únicamente porque queremos tener presencia en el futuro geoestratégico de la zona.
En tercer lugar, porque no responde -como normalmente se dice con relación a la protección humanitaria- a buena voluntad, no tiene interés de buena voluntad; tiene un interés en nuestra opinión menos desinteresado que tiene que ver con recursos, con intereses geoestrátegicos, etcétera y con pintar en lo que va a ocurrir en el norte de África, cuando hemos pintado en el pasado respaldando a esos mismos dictadores. No es verdad que Gadafi sea un amigo extravagante -hay que decirle al señor Aznar que no es cierto-, es un dictador repugnante. Pero lo era antes, cuando le daban la mano y cuando hacían negocios y lo es ahora, cuando se ha convertido en el gran enemigo de la coalición internacional; Gadafi sigue siendo el mismo.
Por otra parte, las repercusiones de la intervención, también decíamos -y está en el derecho de intervención humanitaria-, no pueden ser peores a las previsiones del mantenimiento del statu quo y tal y como va la guerra las repercusiones militares y las repercusiones humanitarias, en mi opinión, son muy negativas.
Pero, señora ministra, con doble razón -aquellas eran mis razones, las razones en la autorización inicial- rechazo la prórroga. Rechazo la prórroga porque la exclusión aérea se ha convertido en la incursión aérea, en al menos 2.000 bombardeos en tierra que han destruido no solamente un aparato militar de parte -por parte de una parte del conflicto- sino que han destruido también edificios civiles, han destruido la universidad en Trípoli, han destruido edificios que nada tenían que ver con la guerra y han destruido también vidas humanas de las que usted no da cuenta en esta Cámara y debería dar cuenta.
Debería dar cuenta no solamente de los crímenes de Gadafi, que deben conocerse en el ámbito internacional y sancionarse, sino también de los crímenes que se producen como consecuencia de nuestra intervención. Hay víctimas civiles en el bombardeo de Misrata por parte de Gadafi con armas que en su momento les vendimos, qué sarcasmo y qué paradoja. Y, por otra parte, hay también víctimas en el bombardeo de Trípoli, también hay víctimas en el bombardeo de Trípoli y sin embargo parece que unas víctimas y otras no son iguales.
Señora ministra, si es protección humanitaria es para todos y no hay civiles de Gadafi y civiles anti Gadafi; hay civiles que deben ser protegidos en todo caso. Pero es que además, señora ministra, la demostración de que no es una labor de exclusión aérea sino que estamos interviniendo de parte es que nos hemos convertido en el poder aéreo de los rebeldes que nos dicen cuándo va bien y cuándo va mal la intervención aérea. Nos hemos convertido en su inteligencia militar, la inteligencia militar también de los rebeldes, y nos hemos convertido asimismo en quienes legalizamos o no el comercio de armas. Y esto es otra paradoja y otro sarcasmo, señora ministra, porque tenemos buques que intentan evitar el comercio de armas y estamos favoreciendo el comercio de armas en tierra con Egipto; lo sabe todo el mundo que lo estamos haciendo y que estamos mirando para otro lado y bloqueando el comercio de armas en el mar, por vía naval y no nos sonrojamos en absoluto. Y esto no forma parte de la resolución de Naciones Unidas.
Termino, señora ministra, en relación con este tema no voy a actuar con rencor, creo que a veces algunos que en su momento han tenido responsabilidad con respecto a la guerra de Irak se ciegan precisamente por el rencor e intentan modificar lo que fue la guerra de Irak a la luz de los acontecimientos actuales y creo que es un esfuerzo inútil, es un esfuerzo inútil. Pero sí quiero decirle, señora ministra, que ustedes están yendo más allá de la resolución de Naciones Unidas y que ustedes no pueden seguir utilizando este lenguaje hipócrita sobre nuestra intervención en Libia. No es una intervención solamente de exclusión aérea, es una guerra, señora ministra, en la cual nosotros actuamos de parte; no es una guerra humanitaria, es una guerra con efectos muy poco humanos o inhumanos, como todas las guerras y es política y militarmente un fracaso, política y militarmente en nuestra opinión es un fracaso.
Es decir, se vulnera la resolución, se alimenta la guerra, significa un error estratégico, tiene el peligro de dividir el territorio y tiene el peligro de constituir un protectorado en un Estado fracasado en el norte de África y, con ello, un problema añadido en el ámbito internacional.
Existe una alternativa, se lo dije en el momento en el que decidieron pasar de la política y de la complejidad de la política a la simplicidad de la guerra -como consecuencia, fracaso político y fracaso militar-; existe una alternativa, que es el alto el fuego; existe una alternativa, que es el bloqueo y la presión internacional, y existe una alternativa, que es un proceso político negociado. Pero en ese proceso político negociado deben dejar que sean las partes las que decidan; no vayan a un nuevo intervencionismo: además del militar, ahora el intervencionismo político, es decir, quién falta y quién sobra en el futuro de Libia.
Yo espero que sea posible una negociación política, espero que sobren los dictadores y la dictadura, espero también que unos y otros creen las condiciones para un sistema pluralista, para un sistema democrático que responda a las aspiraciones del pueblo libio. Pero solamente lo espero, yo no soy -no creo que lo sea usted y no creo que lo sea la coalición internacional- ni el amo del mundo ni el ojo que todo lo ve; sencillamente son los ciudadanos, y en este caso los propios libios, los que deben construir su propio futuro.
RÉPLICA DE GASPAR LLAMAZARES A LA RESPUESTA DE LA MINISTRA DE DEFENSA
Me queda claro qué es utilizar la resolución de Naciones Unidas como una patente de corso; patente de corso que parece que es lo que prima. No necesitamos nuevas resoluciones, ni siquiera aspiramos a ellas, creemos que no son probables; lo que tenemos que hacer es utilizar de manera deslizante la resolución existente, que sirva prácticamente para todo. Pero no quería intervenir sobre esta materia.
Ha planteado el señor Cuadrado un tema muy importante, aparte de que él debate siempre con gente que no está aquí, porque yo no he visto al señor Castro, no he visto al señor Kissinger, pero en todo caso sí quiero debatir sobre una cuestión muy importante: el dilema moral. Señorías, el dilema moral de la protección de la vida de los ciudadanos libios, el dilema moral también de sus derechos lo tenemos claro, pero aquí no estamos discutiendo sobre eso, señorías, eso se nos supone como el valor al soldado; no, estamos discutiendo de política y la política ni siquiera es el Derecho internacional. La política es poner el Derecho internacional y el derecho propio entre recursos y medios; esa es la cuestión.
Señorías, la pregunta es: después de un mes de intervención y de intervención deslizante, ¿hemos conseguido acercarnos a los objetivos o nos alejamos de ellos? En mi opinión el objetivo compartido podría ser de la democracia en los países árabes y de la democracia en Libia, y no se consigue con la guerra, sino que esta nos aleja del objetivo democrático. Y eso no quiere decir que yo o que mi grupo parlamentario -se pone en duda mi representación del grupo parlamentario; en todo caso, soy el representante en este momento- no compartamos ni el Derecho internacional, ni el deber de proteger, ni otras medidas que existen en Derecho internacional. Sí los compartimos, lo que pasa es que somos políticos y tenemos en cuenta en cada caso qué se puede hacer y qué no.
Porque si vamos a meternos en todos los ‘fregados’ donde haya un dictador que masacra a su pueblo, prepárense ustedes a vestir de uniforme, señorías; todos ustedes, porque no tendríamos fuerza militar suficiente para pacificar el mundo. Esa no es la forma y vuelvo a decir que utilizando el criterio moral y el criterio del Derecho internacional los políticos tenemos que tener en cuenta también si los medios y los fines son adecuados, y en este caso concreto creo que lo que nos presenta la ministra es que no, es que vamos a seguir allí no porque vayamos a la labor de la exclusión aérea sino porque tenemos que aparentar que todo sigue igual, que todo va bien y que no hemos fracasado. Hemos fracasado.
Madrid, 19 de abril de 2011
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